Edificio de Los Juzgados en Madrid.
Madrid, España. ¿Jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?. Esa fue la frase que escuche en más de una ocasión la mañana del jueves 26 de febrero 2015 durante la visita realizada a los Juzgados en Madrid, como parte de la asignatura de Legislación que dirige la profesora Beatriz Sanjurjo.
Plaza de Castilla era la parada, los dos emblemáticos edificios de Bankia, daban la bienvenida. El punto de encuentro, la puerta principal de Los Juzgados o Tribunales. Un edificio imponente, máximo control de la seguridad a la entrada de la puerta –sino pregúntenle a Cynthia, que le ¨echaron mano¨ por casi cinco minutos, por una simple regla dentro de su mochila-. Cuando se dispusieron a soltar a la compañera, nos dirigimos a la planta donde se estarían celebrando audiencias, antes nos solicitaron hacer silencio, no hacer apuntes y evitar las fotos.
Como una forma de ganar tiempo y asistir a la mayor cantidad de juiciosos, la profesora nos pidió dividirnos en grupos pequeños. Así lo hicimos, el primer juicio al que asistimos, era de violencia de género. La ex pareja de una mujer, acusaba al hermano de está de agredirlo físicamente, el agresor lo negaba, pero su propia hermana lo acusaba del hecho. 300 euros fue la condena impuesta por la juez al agresor por heridas leves.
El segundo planteaba el cumplimiento de las visitas compartidas de un padre a sus hijos y una supuesta violencia psicológica. El hombre acusaba ante la juez a su ex pareja, pues según él, no cumplía con dejarle llevar a sus tres hijos cuando a esté le correspondía hacerlo los fines de semana, como señalaba la custodia compartida prevista por la ley, la mujer se defendía diciendo que los hijos de ambos se quejaban de que su padre los maltrataba. El hombre negaba rotundamente la acusación.
El tercer caso, se desentrañó más rápido. Un hombre que intentó sustraer unos alimentos de una tienda de comida, fue descubierto por un empleado, pero alegaba que lo hizo por hambre. Aquí no duramos ni cinco minutos, tampoco asistieron todos los implicados.
El último y más complejo, según mi percepción, fue un caso de accidente de tráfico ocurrido en abril del 2014. Para comenzar, una jueza con cara de pocos amigos e impaciente llevo el caso. El afectado, un catedrático de algunos 50 y tantos años, acusaba a un joven de haberle chocado con el coche mientras él circulaba en su moto. Según el profesor, lleva 40 años usando moto y nunca había sufrido ningún accidente. El joven alegaba que nunca lo vio y que el señor de la moto lo rebasó.
Varios testigos acudieron a dar su versión, entre los que se encontraban, dos policías de tránsito que en aquel momento levantaron un acta de lo sucedido, y que según pudimos escuchar en sus declaraciones, favorecían mucho la versión del afectado, más tres compañeros del acusado que le acompañaban ese día en el coche.
Unos letrados con mucho verbo durante todo el proceso del juicio, una juez que hacia todo tipo de gestos con su cara y evidenciaba su impaciencia, una solicitud de condena económica excesivamente elevada y un acusado con postura de estoy ¨jodido¨, fueron las últimas imágenes que vieron los ojos de los estudiantes de Beatriz Sanjurjo, cuando se disponían a salir de la sala, cansados y con el estomago gruñéndoles del hambre.
¿En que habrá parado la cosa? Sabrá Dios…
@Rociodeleonrd
Nota:Pos para la asignatura de Legislación